El segundo Mercado Público de Los Teques
Se me han acercado
muchas personas a preguntarme el porqué la gerencia del Metro Los Teques
destacó el Cuerpo de Bomberos en la
restauración que hizo de lo que primero fue el Mercado Público y verdad no lo sé. Lo que alcanzo a decirles es que
me alegra mucho el que hayan adecentado esa fachada.
La ciudad era
pequeña. Se podía recorrer unas cuantas calles desde El Cabotaje a El Barbecho,
y ya se veía todo lo que había que ver, pero, contradictoriamente, había mucho
que ver, en cuanto a belleza, orden, limpieza y suficiente arboleda. El trecho
entre el hotel Parck, donde ahora
está la Estación de Servicio CVP,
hasta la avenida Lilue, hoy Carabobo, la Estación
del Ferrocarril, y las quintas de Campo Alegre, era pasear como si se
estuviera en la zona colonial de cualquier ciudad tradicional, pasando por la
quinta San José, residencia del vicepresidente José Vicente Gómez, hoy Ateneo,
la Casa Blanca, de la familia Röol, el Puente Unión, que separaba el Pueblo del
Llano de Miquilén, la quinta Branger, la parte posterior del hotel La Casona,
el Mercado Público y la plaza Miranda, que bastaban para acreditar a Los Teques
como uno de los pueblos más bellos del país, no sólo por su arquitectura, sino
por su clima, sus manantiales, la flora, y la fuerza telúrica del lugar.
Recordemos que Gustavo Knoop arborizó Los Teques con especies de todo el
mundo.
Primero fue solamente
un solar detrás de la iglesia, perteneciente al señor Delfín Ramírez Merchán,
hasta que el General Luque lo compro por 16.560 Bs y construyó el segundo
mercado que tuvo este pueblo, por allá por el año 29. (Laydera Villalobos 1989.
Pag 138) Era un gran salón en la calle Carabobo, que llegaba hasta la Roque
Pinto, que todavía hoy mantiene unas fachadas que vale la pena restaurar para
formar un pequeño bulevar.
Hay dos
fotografías que reproduce el Dr. Ildelfonso Leal en el Tomo II de Los Teques, testimonios para su historia
(1997) que ilustran parcialmente la calidad arquitectónica de aquel lugar:
amplio, bien iluminado, con sus columnas de capiteles en los tres niveles, una
fachada blanca, que remataba como emblema con un reloj suizo y unas puertas
labradas, de la mejor madera.
La mercancía la
descargaban de la noche a la madrugada, y en cuanto amanecía podía verse aquel
carnaval de colores que formaban las frutas y verduras que llegaban en
carretas, burros y uno que otro camión que venía de lejos, repleto de utensilios
de todo tipo para el hogar.
En ese local de la
calle Carabobo, conjuntamente con el mercado, abrieron un Salón de Lectura,
atendido por un poeta y quiromántico llamado Julio Bello, pero cuando Rangel
Lamus, Ministro de Agricultura de
López Contreras, creó los Mercados Libres,
perdió vigencia el viejo salón, hasta el final de la dictadura de Pérez
Jiménez, cuando funcionó el tercer mercado recién construido en los terrenos
del Dr. Otero Otaiza, donde había un sembradío de pinos y duraznos, que
colindaba con el paso del río San Pedro, en el puente El Toro, y que hoy sirve de sede al liceo Muñoz Tébar.
Un tiempo después
que dejó de funcionar El Mercado, a comienzo
de los años 60, empezó a funcionar en el sitio el primer cuartel del Cuerpo de
Bomberos de Los Teques de manera muy oportuna, ya que hasta esos días, se
reclutaba a cuanto hombre iba caminando por la calle, para apagar los incendios
de la localidad, sin importar que fuera asmático o temeroso compulsivo del
fuego.
Más adelante, cuando
formaron la policía del estado Miranda en el año 1972, y por cuanto se había
edificado una sede más adecuada en el sector Mal Paso para los bomberos, se
destinó una parte de El Mercado para
que funcionara por un tiempo la Zona Policial Nro 1, y la barbería de Fidel
Zapata. Finalmente, por mediación del padre Luis Igartúa, párroco de la Iglesia
El Carmen, se dio la construcción de una
clínica popular, y una posada para los sacerdotes sin vivienda, en la parte sur
y un comedor para indigentes en la norte, que funciona actualmente. De modo que sí, primero fue el Mercado
Público.
César Gedler
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