Una visión religiosa de Tren sin retorno

César Gedler, eleva aquí su descontento y expone su nostalgia como argumento sobre un mundo que anhela comprensión y solidaridad y aspira a la permanencia eterna de su propuesta. Pero quienes pueden acompañarlo en esta aventura son algunos privilegiados que han sido tocados por similares experiencias, y en cuyas almas anidan también esos quebrantos por una privilegiada y sensible reminiscencia.
En el simbolismo se refugia la cruel realidad y es el instrumento que permite evadir las fatalidades, que como elementos de una ecuación irresoluta mortifican nuestra existencia. Sólo los santos logran conciliar estas dos realidades: la simbólica y la material.
El llamado angustioso de César por los valores perdidos, se oirá más allá de esta dura y cruel mundanidad, y encontrará eco en una dimensión de la conciencia donde reina la armonía, el respeto y el equilibrio.
El tren del tiempo pasa fugaz dejando tras de sí su estela de recuerdos. Gedler busca el “tiempo perdido". Los personajes que protagonizaron el lejano mundo desaparecieron; los escenarios fueron reemplazados. Todo deviene, nada muere. Son Crisálidas, que animadas por nuestras almas vibrantes de espíritu, perviven y se transforman.
César Gedler es una de esas almas. El se debate entre la permanencia eterna de los valores tradicionales y la fatalidad de su desaparición. Pero hay algo que él presiente y que sabe salvará al mundo. ¡La Magia! que él, a través de su plegaria invoca y nos anima a invocar. Nos llama a unirnos a ella. Evoca a Jesús El Salvador. Reanima con su honesta intención y su todavía encendida fe, los aletargados y hasta quizás enajenados elementos del sistema ético y moral que no hemos sabido defender.
Las limitaciones impuestas por la linealidad de nuestro destino, hacen que sea prácticamente imposible acometer la tarea de defender los valores más altos. Se necesita explorar muchos laberintos y caminos para encontrar la luz. Pero es quizás como dijera Hernando Track: "Simplificar. No hay más camino en la literatura". Y simplificar es precisamente a lo que se avoca el autor cuando propone retomar el camino del respeto y la solidaridad, resguardando los mejores legados de nuestro pasado para cimentar un futuro más humano. De lo contrario, qué nos queda? Sólo la ruina, la nada, el apocalipsis. Oigamos esa voz de alerta de César Gedler y roguemos a Dios que nos rescate.

Luís Enrique Cuellar

Gracias a la transmisión del programa Librería Sónica ha llegado a nosotros algunos libros de César Gedler, quien gentilmente nos escribió y entró en contacto con el equipo de Producción. Gran sorpresa nos llevamos cuando por obligatoriedad leímos la solapa de unos de sus libros en donde se detallaba parte de resumen curricular. Es un orgullo que personas como César nos escuche.

No obstante, la mayor sorpresa fue leer Tren sin retorno, que como bien se nota en el título, ese aspecto simbólico del regreso, tan necesario para los seres humanos, el mismo que llevó años por concretar Ulises en su viaje, está ausente en su libro. Ese “no regreso” está enfocado en la historia y específicamente en aquellos lugares que algún día fueron punto de referencia para los ciudadanos de Los Teques y sus alrededores: plazas, museos, cementerios, casas, colegios, parques, entre otros lugares, que fueron devastados por la promesa energizante de la modernidad.

César, desde una profunda nostalgia, reconstruye parte de sus vivencias y la de otras personas (familiares y amigos) para hacer reflexionar al lector sobre la destrucción que progresivamente ha acabado con parte del patrimonio histórico de una población. Si bien es cierto que toda su crónica amalgamada con una estupenda prosa casi novelesca está enfocada en la capital del Estado Miranda, todo, absolutamente todo lo narrado es aplicable a cualquier ciudad de Venezuela que haya sido víctima de este proceso devastador. En alguna parte de su libro dice: “Una población adormecida por el consumo o por la ideologías mesiánicas no se pertenece, y su destino es la rebelión o la consumación”. Esta breve frase dice mucho puesto que evidentemente nuestra ciudad, mejor aún, nuestro país, vive en una rebelión constante –necesaria en la mayoría de los casos- para zafarse de esas “ideologías mesiánicas” que han hecho de este país un hervidero de caos y miseria. No es un misterio para nadie que muchos lugares caraqueños (y del país en general) que en un pasado fueron punto de referencia para el encuentro, la tertulia, el esparcimiento y la contemplación ya no existan.

Tren sin retorno, es la crónica perfecta de una ciudad que hoy día contiene su propio pandemónium, similar al de la capital y al de otras ciudades. César Gedler se dio una tarea encomiable a través de sus vivencias y conocimiento de mundo, marcando en todo momento la tónica nostálgica del pasado pero asegurando a la vez“que todo sigue un curso interminable y (que) de nada vale que uno intente revivir el semblante de otros tiempos porque nos parezca de más valor”. Humildemente discrepo aquí con el autor, puesto que si no valiera de nada, este libro no existiera y me atrevo a decir que el mismo debería pertenecer a los textos de carácter obligatorio al menos en los colegios pertenecientes a Los Teques.

Además de todo lo dicho anteriormente, son notables las referencias culturales y literarias del autor, donde no se quedan en el olvido sus lecturas de Anatole France, Henry Barbusse y Hermann Hesse por mencionar sólo algunos. Elementos que enriquecen al texto sin la menor duda. Tren sin retorno habla “de un pueblo que se acostumbró a vivir en la desidia y que acepta como hecho irremediable envejecer sin memoria…todavía mantiene algo de su antiguo poder que encanta y embruja por su misterio y lejanía, pero al mismo tiempo produce tristeza su caída, como una proa vencida y jadeante a punto de hundirse”.Ha sido una suerte haber leído este libro por su calidad emotiva como informativa, y por la indudable calidad como cronista de César Gedler que pronto estará de visita en la misma emisora que muchos años atrás lo cautivaba con el “Reporte Esso”.

 

 

 

 

 

 

 

 


Abren nuevas rutas hacia la lectura con un acercamiento a nuestros escritores

 

 

 

 

 

 

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César Gedler

 

 

Abren nuevas rutas hacia la lectura con un acercamiento a nuestros escritores

El Fondo Editorial IPASME y la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice, abriendo rutas hacia la lectura, sienten una inmensa alegría al propiciar, mediante estos folletos, un acercamiento a nuestros escritores. En Venezuela tenemos muchas voces que mantienen un compromiso vivo con la palabra. Nuestro objetivo es propiciar un acercamiento a esas palabras, a los autores y su oficio.  Esperamos que esta iniciativa sea del agrado de todos ustedes.

 

 

En los Teques vive César Gedler, escritor, docente y promotor de la cultura popular. Para este escritor “La palabra tiene un rango sagrado, es portadora de símbolos. El lenguaje entero es portador de símbolos, traduce situaciones profundas  del alma.” César Gedler está escribiendo desde muy joven, sus ensayos, artículos y entrevistas, entre algunos de sus aportes a la cultura popular, se encuentran dispersos en numerosas revistas, periódicos, libros y medios de comunicación.

El negro Gedler, como cariñosamente lo llaman sus amigos, tiene entre sus publicaciones: Obra dispersa de Hernando Track, trabajo que explora la obra de este escritor, tan poco estudiado.

En Los joroperos del centro, César Gedler, aborda al joropo, no sólo como expresión musical, característica de una región, sino como ceremonia que une al hombre con el misterio del ritmo, el vehículo por excelencia para conectarse con su panteón íntimo.

Siguiendo con su línea de investigación, el profesor Gedler, publicó El coplero de Guareguare. Esta historia tiene como protagonista al músico popular venezolano Margarito Aristiguieta, quien ha sido ficcionalizado en la narración que cuenta las peripecias del músico desenvolviéndose en un mundo mágico.

Una de las últimas publicaciones de César Gedler, es Rito de palabras. Este libro contiene un conjunto de exploraciones acerca del quebrantamiento de la cultura latinoamericana que agoniza entre el olvido de la tradición, la tecnología y el capitalismo. Pero, también, testimonia el triunfo de nuestro crisol étnico que ha sobrevivido a la derrota de sus valores, constelizando su victoria en las instancias del sueño y en el ritual que persigue la conexión efectiva con las raíces ancestrales que siguen manando savia hacia aquellos que convocan sus potencias a través de lo sagrado.

César Gedler, sigue escribiendo con pasión; su último trabajo publicado se titula Tren sin retorno; texto que aborda con audacia la comprensión de su interioridad, a partir del relato de la decadencia del pueblo de Los Teques. Este texto, sin duda, es otro gran aporte cultural, que ratifica el compromiso del autor con el entorno, con la tradición, con su pueblo, y con la magia.