La Ñapa

La Ñapa
-Ño Raimundo, déme un centavo de manteca, un cuartillo de polvo de café y mi ñapa, y se lo anota a mi Tía Asunción.

Esta expresión le resulta familiar a la generación nacida antes de los años 60. En las bodegas, o pulperías, como también se le decía a los pequeños expendios de mercancías al detal, era casi una ley que los pulperos tenían que dar un obsequio a los muchachos que hacían la compra, o de lo contrario, la próxima vez se abastecían en otra bodega.

En la Venezuela rural del gomecismo había limitaciones en otros renglones, pero en la comida y la vivienda, con un sueldo de cinco bolívares semanales, se alimentaba y se vestía una familia entera.

Pero cuando las cosas se fueron encareciendo, los generosos bodegueros empezaron a restringir la ñapa y se ingeniaron un cartoncito con unos números donde marcaban con un sacabocado, la cifra final de cada compra, de manera que el cliente y el comerciante sabían cuanto habían consumido cada semana, y de acuerdo al monto, los muchachos recibían una ñapita o una ñapota.

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