Los Joroperos del Centro
César Gedler 

Al concluir la lectura de este texto se tiene la convicción de
que César Gedler ha rendido un genuino homenaje a los
pueblos de Aragua, Carabobo y Miranda, auténticos
hacedores de cuanto aquí aparece, encarnado en algunas
individualidades, que son representación de su tradición y
su sentir, expresiones verdaderas, como lo dice Aquiles
Nazoa, de los poderes creadores del pueblo.
Alejado del mundanal ruido, desde Los Teques, el autor ha
realizado travesías por remotos rincones de pueblos y
aldeas hasta encontrar in situ los materiales de su
observación, tomando de viva voz los testimonios de
arpistos y cantadores: sus vivencias, sueños, éxitos y
fracasos. En fin, sus peripecias por los laberintos de la vida.
Su búsqueda es la de un entomólogo esforzado por captar
cualquier detalle y discriminar los matices entre uno y otro
cantador, entre uno y otro arpisto; lo que a simple vista
podría tornar un tanto pesada la lectura, pero la frescura y
el tono coloquial de su estilo no permiten que la emoción
decaiga en el curso de las páginas; al contrario, a medida
que se avanza en ellas, las sensaciones se van suscitando
“increscendo” hasta alcanzar un desbordamiento
inusitado.
Es el momento en que el libro ha topado -soy testigo de
excepción- con su lector: el espíritu que comprende la idea
del espíritu que lo engendró, en su afán por descubrir
senderos que conduzcan al encuentro con nosotros
mismos, recuperando nuestra imagen estropeada por
nefastos acontecimientos y presentarlos al mundo con
rostro propio.
Es viernes o sábado por la tarde, al final de los días de
verano, cuando los hombres regresan de sus faenas en los
Los Joroperos del Centro César Gedler
cultivos de cafeto y de caña de azúcar, mientras las mujeres
se disponen a lucir sus mejores atuendos.
El lugar de encuentro es el patio donde arpistos y
cantadores calientan el cuerpo con aguardiente fuerte.
Todos se han reunidos para la fiesta y lucen animados. Hay
un gesto de energía contenida que se refleja en las miradas.
De pronto se rompe el dique y el ambiente se impregna de
un flujo vitalizante: ¡Ha comenzado el joropo!

Napoleón Ascanio


César Gedler, Los Teques 1953. Lic. en
Letras, Doctorado en Humanidades. Prof.
Asociado de la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador (Upel). Premio
CONABA, Miembro PPI. Premio a la
Labor Investigativa Upel. Estudioso de la
Cultura Popular Venezolana y de la
Simbología Astrológica. Ha publicado:
“Rito de Palabras”, “El Coplero de
Guareguare”, “Los Joroperos del Centro”,
“Obra Dispersa de Hernando Track”. y en
varias publicaciones conjuntas. Es
colaborador en revistas nacionales y
extranjeras. Parte de sus trabajos han sido
traducidas a otros idiomas.

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